La movilización incluye matices de intensidad y genera ritmos diversos que en momentos de poder se unen en el mismo compás y brillan. Dando luz no solo a nuestros derechos para caminar en una vía de justicia sino que permite avanzar en indicadores del grado de bienestar de nuestra comunidad, incluyendo los espacios de autocuidado y de cuidado de otros y otras. Sobre este último aspecto, es clave entender las tareas de cuidado como una oportunidad de aporte tanto de hombres como de mujeres por igual. Queremos elegir gobiernos que entiendan que esos 185,7 billones de pesos que aportamos las mujeres en el cuidado de los hogares – trabajo que no está siendo reconocido ni remunerado y que según el DANE representa alrededor del 20% del producto interno bruto (PIB) en el caso colombiano- requiere no solo del reconocimiento legal, sino remuneración medida en lo económico o en otro tipo de bienestar material.
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